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miércoles, 5 de enero de 2011

CUANDO DIOS HIZO TODO LO CONTARIO CON MARIA




(Por: Jairo A. Castrillón)
Después de compartir en familia la Noche Buena, al día siguiente las alternativas para hacer algo no eran muchas tan pronto como terminara la Santa Misa. Por eso ver un buen programa de televisión resultaba no solamente “tentador” sino exclusivo ante la ausencia de variantes.

Me sintonicé en el canal de la National Geographic y allí no solo encontré material para ver, sino para discernir y profundizar en la fe. Vi, con detenimiento, un especial de 4 horas titulado “Prohibidos de la Biblia” (Banned from the Bible), que capturó mi atención y me obligó a escribir esta nota no como experto en la materia sino como hombre de fe, convencido y enamorado de la iglesia católica.

Para las personas que también tuvieron la oportunidad de ver el programa y quedaron con alguna duda, los invito a que reflexionemos sobre la importancia de creer en las doctrinas de nuestra Iglesia por encima de las conclusiones e investigaciones científicas. Aceptar que los historiadores dicen la verdad absoluta es sumamente peligroso si solo admitimos lo que vemos o tocamos como cierto. La presencia de algunos escritos antiguos, que han sido considerados fuera de todo contexto histórico y sin mayor relevancia sagrada o inspirada por Dios (apócrifos), no puede invitar a la duda por falta de conocimientos bíblicos o catequísticos. Por eso debemos indagar y profundizar en la tradición como una verdad que la Iglesia celosamente ha guardado por los siglos.

Uno de las bases para sentir la Iglesia como parte integral de nuestra vida espiritual es a través de la fe, el conocimiento y el corazón. Hay cosas que se dicen pero que no pueden ser admitidas sencillamente porque dejan más dudas que conclusiones reales. Este es el caso de la presencia de la Santísima Virgen dentro del catolicismo y todas las cosas que se dicen y cuestionan de ella, especialmente por nuestros hermanos separados que la miran como una mujer quizás normal. Lo musulmanes, como dato contrario, miran a María con un especial cariño y aceptan muchas cosas que no respetan algunos cristianos del mundo.

De toda la información contenida en el programa, me detengo en lo dicho acerca de María porque hay algunos conceptos que son y serán tema de discusión, pero que deben ocupar el corazón de cada cristiano de manera intima y personal para buscar una respuesta.

Los dogmas Marianos, establecidos por la Iglesia con gran acierto y apoyados por la tradición oral de los primeros cristianos del mundo, así la Biblia no hable mucho de ella, deben ser mirados con fe y amor por encima de las conclusiones históricas, repito.

Decir que María fue simplemente una mujer que encarnó a Jesús y después siguió siendo un ser humano común y corriente, lleno de necesidades y urgencias físicas, de hijos y con gruesos fallos de actitud, no solo resulta descabellado sino inapropiado a la luz de la fe. La maternidad, virginidad, concepción y asunción de María no son verdades que deben aceptarse para estar con los lineamientos de la Iglesia, sino que deben ser vistos y expuestos como principio de una verdad manifiesta en los planes del Señor.

No quisiera continuar sin mencionar las veces que los historiadores, teólogos y expertos participantes en este especial, concluyeron que las respuestas a muchos interrogantes seguirán inconclusas, pues no hay fundamentos que las aclaren. Entre ellas, por ejemplo, mencionemos los grandes vacios que aporta la vida de José; también sobre la infancia y adolescencia de Jesús y los trajinares de María como pilar de formación en la fe. Cuando se buscaron respuestas, las mismas fueron concluyentes: “no se sabe con certeza, pero se supone que bla, bla bla…”

El hecho de apreciar a los estudiosos dudar o no tener la respuesta adecuada (después de 2 mil años de búsqueda), invita a que los fieles miren los mandatos de la Iglesia y su celoso resguardo de las verdades reveladas a través de la palabra, con especial agrado.

Existen cristianos que solo respetan la Biblia como pilar de fe, y en su interpretación propia no logran adivinar los misterios que deja un mensaje revelado o compartido por un grupo de personas que vivieron de cerca la presencia de María, siendo complicado aspirar a que las conclusiones sean exactas y adecuadas. Si hay alguien capaz de negar la virginidad de María después del nacimiento de Jesus, lo hace por un error humano que nace del mismo morbo de atacar la Iglesia y sus preceptos, nada más.

Si María concibe por obra del Espíritu Santo, y en ella se expresa el poder inmenso de Dios (cosa que aceptan muchas sectas apoyadas en lo que dice Mateo 1:18; Lucas 1:35) es porque Dios así lo dispuso. Pero de la misma manera que dispone ese momento de la concepción de Su Hijo, así mismo miró a la bella doncella, desde siempre, con agrado para redimir su género más no a ella que estaba libre de pecado. Siendo así, y como se aprecia en Génesis 3:15, se cumple esa total enemistad entre la mujer y la serpiente como principio o vehículo de inserción del amor y perdón total de Dios para con el hombre por medio de Jesús. Si María hubiera estado en pecado un solo segundo, la Palabra de Dios y sus promesas no tendrían valor.

Con todo lo anterior, ¿podría pensarse que María simplemente fue un vehículo usado por Dios (pese a ser elegida desde siempre), para luego ser desechada y arrojada como una más al grupo de los pecadores? ¿Si María está libre de cualquier mancha desde su concepción, para cultivar en grado absoluto el amor, la fe y la obediencia a Dios (como tenían que hacer Adán y Eva), es positivo imaginarse que tan excelsa criatura luego del nacimiento, de haber sido la morada de lo Perfecto y Divino por antojo del Supremo, se dedique a ser una mujer más? ¿A parir hijos como si nada? Puede ser fácil pensarlo, pero que difícil resulta creerlo cuando se sabe que Dios estuvo de por medio. ¿Si no fuera así, para qué tanta exclusividad previa? Contradecir las bondades y privilegios de María es negar el poder del mismo Dios, nada más claro. Por eso pido, al comienzo de esta nota, que las conclusiones de la fe, más allá de la razón, deben ser reclamadas en el corazón.

Si para los primeros cristianos La Virgen fue un símbolo de fe especial, de acuerdo a la tradición y a las investigaciones históricas, por qué nuestros hermanos separados no tomarán el resultado de estas pesquisas en vez de apoyarse solo en la búsqueda bíblica (y por la estrechez idiomática del hebreo), para difundir una serie de conceptos que no solo son inadecuados sino imprecisos.

María fue un ser privilegiado no por el amor de Dios (pues es igual para nosotros), sino por el amor que ella le profesó. Vivió siempre consagrada a Él y su amor de madre la llevó no solo a vivir su propio parto viendo al hijo morir condenado en la cruz, sino a regocijarse en Su inmensa gloria. Ella supo que era la madre de Dios por disposición y antojo de Él mismo, pero nunca supo cual era el precio de redimir al mundo, pues esa verdad solo el Hijo la sabía.

Si María, siendo una mujer sencilla, humilde, pura, dedicada, enamorada de Dios y su Hijo, modelo cívico y de fortaleza, no es un ser para mirar con amor y respeto, como el mejor ejemplo de lo que el hombre debe hacer para seguir a Dios, entonces quién mas puede ser. Un ser humano (no divino) con tantas virtudes, no debe ser menospreciado cuando Dios, nuestro creador, hizo todo lo contrario.

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