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miércoles, 21 de abril de 2010

DE REGRESO A CASA




En Juan 10, 1-10, el mensaje del Señor está sumamente claro. Es necesario comprometernos a seguirle con atención y dedicación como lo hacen las ovejas con su buen pastor.

No podemos seguir alimentando nuestra espiritualidad con conceptos vagos, sin fundamentos y alejados de la verdadera Tradición de la Iglesia. Es hora de que los católicos activos ayuden con su testimonio de vida a quienes siguen transitando por rutas oscuras y sin brillo.

Ser católico no es simplemente decirlo y ya, no señor. No se puede formar parte de una comunidad creyente y sensible si no existe un compromiso real con ella. Por eso necesitamos que quienes frecuentemente participan de la Santa Misa, ayuden con su tiempo en los distintos ministerios, o simplemente procuren llevar una vida alejada de las tentaciones y debilidades, sirviendo de voceros para atraer de nuevo a quienes por distintas razones se olvidaron de su iglesia.

Nuestra iglesia esta allí, lista y dispuesta, ansiosa y deseosa de volver a consentir a sus hijos. Nuestra Madre tiene, hoy más que nunca, sus brazos abiertos para que se le conozca totalmente. Estudios bíblicos, programas de servicios sociales, ultreyas, grupos de oración, escuelas de catecismo, entre otras cientos de cosas, sirven hoy de manera diligente a quienes buscan respuestas o nuevos retos en los senderos de Dios.

Por eso la lectura del apóstol Juan no puede ser asimilada como una más. Después de resucitar y cumplir su promesa con el Padre y la humanidad, Jesús nos invita a que NO nos dejemos tentar por aquellos “bandidos” que aprovechan las debilidades emocionales de las personas para arrastrarlas a “disfrutar de nuevos pastos”. Pastizales secos y faltos de verdad que se ofrecen por montones en cada esquina.

Jesús abrió la puerta de su iglesia hace dos mil años, y por ella seguimos transitando quienes sabemos que, mas allá de los errores humanos y del pensamiento correspondiente a las distintas épocas, la iglesia Católica, Apostólica y Romana se ha mantenido y se renueva en la Gracia del Espíritu Santo y por medio del esfuerzo que miles de santos han aportado para preservarla siglo tras siglo. “Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Por todo lo anterior, recordamos con alegría como hace un ano se reportó desde la Diócesis de Phoenix que al menos 3 mil hermanos nuestros regresaron al rebaño sagrado y dejaron que de nuevo la iglesia católica asumiera sus funciones espirituales. Delante de ellos un guía amoroso como Jesús quien rindió buena cuenta de los deseos de nuestro Padre y de paso nos regaló su Espíritu para que viviéramos en Él las verdades de su palabra.

La productiva cosecha que hemos mencionado, se debió a una campaña muy profunda a través de una serie de "comerciales", que enseñaban todas las bondades y la gracia que significa la existencia de la única Iglesia fundada por Cristo.
Según se reportó en aquel entonces, tan pronto como la campaña se lanzó, miles de visitantes entraron al sitio con preguntas e inquietudes para averiguar horarios de Misas, leer información sobre asuntos relacionados al matrimonio o para pedir el libro titulado ‘Redescubriendo el catolicismo”.

Hermano en Cristo, dentro de pocos días se estará celebrando la Ascensión del Señor y el arribo de Pentecostés a nuestras vidas. Por eso lo exhortamos a que persevere en su esfuerzo de vida y nos ayude a mantener en pie la Casa del Dios. Todas las ovejas que buscan nuevos pastos al final sabrán que solamente el rebaño liderado por Jesús tiene alimento para el alma y palabras de vida eterna.

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